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viernes, 18 de junio de 2010

Historia de América

AMERICA LATINA: ¿NEOLIBERALISMO, KEYNESIANISMO, DEPENDENCIA?

El conocido escritor Mario Vargas Llosa, refiriéndose a las connotaciones del neoliberalismo en América Latina, sostuvo que “En nuestros países, las ideas, las creencias, los sistemas que importamos a menudo experimentan mágicas sustituciones de sentido y de medida, aunque su apariencia aparezca incólume. Se siguen llamando lo mismo pero en realidad, se han vuelto antípodas de lo que dicen ser. El fenómeno es tan extendido y las consecuencias tan nefastas para la vida política, económica y cultural de América Latina, que sin exageración puede decirse que nuestro fracaso como naciones se debe a esa terrible propensión nuestra a desnaturalizar lo que decimos y hacemos, empleando mal las palabras, corrompiendo las ideas y suplantando los contenidos de aquellas instituciones que regulan nuestra vida social, unas veces de manera sutil y otras de manera abrupta y soez”.
La anterior reflexión cobra relevancia y puede ser aplicada, no sólo al modelo neoliberal, sino también al keynesiano e inclusive a muchas tendencias de izquierda que igualmente pretenden ser emuladas sin tomar en cuenta nuestro contexto latinoamericano.
Algunos autores afirman que el neoliberalismo es el enfoque y la convicción de liberar las fuerzas de mercado para lograr la realidad de los precios equilibrio en una competencia libre desde el punto de vista de los negocios internacionales. Y de la teoría keynesiana se afirma que el estado debe participar de la actividad económica para compensar la fuga en las inversiones privadas durante los períodos depresivos de las crisis económicas. Me atrevería a decir entones que los modelos no pueden llamarse o considerarse buenos o malos; son simples recetarios de política económica elaborados de manera sistemática y concienzuda, mediante profundos análisis y estudios; la deficiencia recae entonces en quienes la aplican y en la forma de hacerlo.
Igualmente, aún los precursores de estos modelos tampoco las aplican de manera infalible; claro es el ejemplo de Estados Unidos y Europa donde se han profesado las bondades del modelo neoliberal, pero protegen sectores como el agrícola, mientras piden a los países en desarrollo que rebajen los aranceles, verbi gratia la Ley Agrícola de subsidios en Estados Unidos o “Farm Bill 2008”, donde se destaca el proteccionismo de ciertos sectores en los países industrializados. Otro ejemplo lo constituye la actual crisis hipotecaria de Estados Unidos, donde tendrán que inyectarle al sistema financiero varios miles de millones de dólares para reactivar la economía.
Ingreso, consumo, ahorro e inversión, se transformaron en los principales instrumentos del análisis keynesiano; sustituyeron la clásica trilogía de oferta-demanda-precio. En la concepción clásica, el análisis del equilibrio macroeconómico se regía con base en los ajustes entre la oferta y la demanda, producidas por el libre mecanismo del sistema de precios; el precio no era solamente el regulador del equilibrio, sino también el orientador de la producción; pero después de la gran depresión, se admitió que el equilibrio macroeconómico no podría obtenerse automáticamente por ese mecanismo y, más aún, se comprobó que no eran esos los principales elementos determinantes del nivel general de la actividad, del empleo y del monto del producto y del ingreso nacionales. La clásica trilogía fue sustituida entonces por un nuevo conjunto de instrumentos encabezados por el ingreso agregado; la trilogía oferta-demanda-precio fue reemplazada por ingreso-consumo-ahorro-inversión (“Introducción a la economía-Enfoque latinoamericano).
Ahora bien, podría decirse entonces según estos dos enfoques, de manera un tanto escueta, que mientras un modelo aboga por la intervención estatal para compensar las falencias y generar mayor bienestar, el otro apoya la expansión de la economía de mercado, que crea un sistema político que protege la globalización económica.
Para concluir y finiquitar de manera un tanto simple pero clara, me permito afirmar que un punto neurálgico en el cual se interpreta la desigualdad del desarrollo económico entre centro y periferia, como crisis estructural, es la teoría de la “dependencia”, la cual ha alcanzado en la opinión política latinoamericana una popularidad tan marcada, que se ha convertido en un tema de gran relevancia. Nuestra historia es y ha sido diferente a la de los países industrializados, y es por esto que no podemos seguir emulando los modelos del norte, de manera sistemática, pues esto ha conllevado a grandes efectos en la estructura de clase y mercados. Es clara, pues, la necesidad de una identidad propia como pueblo y estado-nación, donde interpretemos nuestra realidad social y cultural de manera más estructura, sin caer, eso sí, en los extremos.